Comentario
CAPÍTULO XXXI
Qué provecho se ha de sacar de la relación de las supersticiones de los indios
Baste lo referido para entender el cuidado que los indios ponían en servir y honrar a sus ídolos y al demonio, que es lo mismo. Porque contar por entero lo que en esto hay, es cosa infinita, y de poco provecho, y aún de lo referido podrá parecer a algunos que lo hay muy poco o ninguno, y que es como gastar tiempo en leer las patrañas que fingen los libros de caballerías. Pero éstos si lo consideran bien, hallarán ser muy diferente negocio, y que puede ser útil para muchas cosas tener noticia de los ritos y ceremonias que usaron los indios. Primeramente en las tierras donde ello se usó, no sólo es útil, sino del todo necesario, que los cristianos y maestros de la ley de Cristo, sepan los errores y supersticiones de los antiguos, para ver si clara o disimuladamente las usan también agora los indios, y para este efecto, hombres graves y diligentes escribieron relaciones largas de lo que averiguaron, y aún los Concilios Provinciales han mandado que se escriban y estampen, como se hizo en Lima, y esto muy más cumplidamente de lo que aquí va tratado. Así que en tierras de indios, cualquier noticia que de aquesto se da a los españoles, es importante para el bien de los indios. Para los mismos españoles, allá y donde quiera, puede servir esta narración de ser agradecidos a Dios nuestro Señor, dándole infinitas gracias por tan gran bien como es habernos dado su santa Ley; la cual toda es justa, toda limpia, toda provechosa; lo cual se conoce bien cotejándola con las leyes de Satanás, en que han vivido tantos desdichados. También puede servir para conocer la soberbia y envidia, y engaños y mañas del demonio con los que tiene cautivos; pues por una parte quiere imitar a Dios y tener competencias con Él y con su santa Ley, y por otra, mezcla tantas vanidades y suciedades, y aún crueldades, como quien tiene por oficio estragar todo lo bueno y corrompello. Finalmente, quien viere la ceguedad y tinieblas en que tantos tiempos han vivido provincias y reinos grandes, y que todavía viven en semejantes engaños muchas gentes y grande parte del mundo, no podrá (si tiene pecho cristiano), dejar de dar gracias al altísimo Dios, por los que ha llamado de tales tinieblas a la admirable lumbre de su Evangelio, suplicando a la inmensa caridad del Creador, las conserve y acreciente en su conocimiento y obediencia, y juntamente doliéndose de los que todavía siguen el camino de su perdición, instar al Padre de Misericordias, que les descubra los tesoros y riquezas de Jesucristo, el cual con el Padre y con el Espíritu Santo, reina por todos los siglos. Amén.